Sin
lugar a dudas, el centro de la preocupación y el debate a nivel mundial está
girando en torno al covid-19;
pandemia que, además de llenarnos de incertidumbre e invitaciones al cuidado,
pone en evidencia nuestras debilidades técnicas y de manejo político.
A
ese diagnóstico debemos incluir que el número de cifras fatales lamentablemente
se mantiene en un creciente aumento y la tardanza del hallazgo de una vacuna
que viniera a solucionar este problema, es, todavía, un problema de marca mayor
para los principales científicos del planeta.
Con
toda la carga que ello conlleva, a estas alturas, es de sentido común quedarse
en casa; independiente de que ya se comiencen a imponer las primeras
indicaciones de querer volver a una normalidad que todavía no es tal.
Es
así, que en estas semanas de encierro preventivo, las tecnologías de la
información y la comunicación han sido la única posibilidad concreta de
mantener el contacto con nuestros familiares más cercanos, pero, al mismo
tiempo, también han alimentado la chance de establecer comunicación con amigos
y compañeros que hace ya un tiempo dejamos de frecuentar por las diferentes
circunstancialidades que implica el paso de la juventud a la vida adulta.
También,
para algunos, el teletrabajo ha sido
un momento para reinventarse y, al mismo tiempo, ha constituido una fuente
creciente de desafío y aprendizaje a la hora de compatibilizar actividades laborales
y familiares en un horario y espacio común. Para otros, tal vez en menor
medida, el “quédate casa” ha sido el
momento para reflexionar sobre diferentes temas.
Dentro de este último punto,
cobra importancia la idea de encontrarle algún aspecto positivo al covid 19. Es así, como nace la hipótesis
de que para hacer frente a esta pandemia y, al mismo tiempo, disminuir los
niveles de stress, angustia e
incerteza, lo mejor es llevar a la práctica el “co-vid”.
“Co-vid” nace a partir de un simple
ejercicio etimológico. Primero, al dividir el concepto covid en dos y luego al ir al origen del prefijo “co” y luego haciendo lo propio para el
caso de “vid”, nos encontraremos, de
acuerdo nos aporta el sitio rae.es, con
que “co” es un “Prefijo latino que entra en la formación de palabras con el
significado de acción compartida, en unión”. Mientras tanto, para el caso
del concepto “vid”, el mismo portal web español hace referencia a una “Planta
vivaz y trepadora de la familia de las vitáceas, con tronco retorcido, vástagos
muy largos, flexibles y nudosos, cuyo fruto es la uva”.
En síntesis, “co-vid”, siguiendo este juego de
palabras y significados, se convierte en un espacio y una invitación a
compartir un elixir derivado de la
uva, en compañía de amigos cercanos a través del uso de plataformas digitales,
con el fin de reencontrarse, pasar un momento agradable y, de paso, mitigar la
cotidianeidad impuesta por el coronavirus.
Esta
idea florece en el seno de la amistad de cuatro profesionales, a estas alturas
adulto-jóvenes, agrupados en torno a una cofradía
que data de los últimos años de la década de los noventa y que denominaron “La Etilidad”. Este grupo de amigos tomó
la decisión de coordinar una reunión el sábado recién pasado en la víspera del
cumpleaños de uno de sus integrantes, a través del expediente de la videollamada
para, de esta manera, poner en práctica
lo que ellos definieron como “co-vid”.
Los
resultados, a priori, han sido más
que optimistas. En primer lugar, porque el reencuentro ha venido de la mano de
nuevos proyectos y acompañado de la intención de establecer una reunión
concreta en la ciudad que los vio nacer una vez que la pandemia decaiga; pero
también, por la sorpresa de poder apreciar en qué momento está cada uno.
De
esta manera, tal como lo propició Facebook
en su momento, hoy también fue el turno de las gratas sorpresas encabezadas,
principalmente, por la aparición y presentación de nuevos integrantes
familiares de esta cofradía; por el
crecimiento de los que ya se habían sumado en el camino y por el placer de
enterarse de los que prontamente, si Dios así lo quiere, están por venir. Y, todo
esto, naturalmente acompañado por algún “brebaje
etílico”, cuyas propiedades, tienen la potestad de transportarte a momentos
gloriosos.
Asimismo,
tampoco dejó de llamar la atención las transformaciones físicas de sus
integrantes: los flacos ahora ya no lo son tanto; los “chascones” cuentan casi con el cabello justo; los que usaban lentes
ya no usan y los que no, ahora sí, etc. Detalles que, naturalmente, llaman a la
risa, a la “talla” sana, si se quiere
a la sorpresa, pero que rápidamente, como un acto mágico, se remiten a la
alegría de verse, compartir y (tele) brindar después de tanto tiempo.
Miles
de expertos a nivel mundial han llamado a no beber durante el confinamiento,
situación que es de sentido común. Tampoco pueden pasar desapercibida la
circulación de videos e imágenes de largas filas de personas agolpadas en las
inmediaciones de botillerías abasteciéndose de alcohol, como si el encierro preventivo
se tratara casi de una suerte de ejercicio de logística de celebración
matrimonial, de graduación escolar o bienvenida universitaria. A estas alturas
nos resulta más que claro que el alcohol, tal como inmortalizó el periodista
Amargo Gómez-Pablos por allá por el 2010, “no
es un bien de primera necesidad”. Sin embargo, en poblados pequeños del
Chile central, pervive todavía la folklórica y pintoresca idea del “poco veneno, no mata”.
Debido
a ello, al menos en este grupo de amigos, la práctica del “co-vid” se mantendrá en lo sucesivo como un ejercicio de
camaradería y de higiene mental, desde luego, sin perder de vista sus
responsabilidades familiares y laborales. También, lo hará como un vínculo permanente
a la hora de estrechar y fortalecer lazos de amistad que parecían perdidos en
el tiempo.
La
invitación está hecha. De esta manera, coordine usted también con su grupo de
entrañables amigos. Comparta el “manjar
etílico” que tenga a mano para que no se exponga a salir, pero, por sobre
todo, deje fluir los recuerdos, las anécdotas y proyecte todo lo positivo que
puede venir a través de la posibilidad que nos otorgan las plataformas
digitales en estos días difíciles para todos y todas.
Y,
por último, no olvide que a falta de vacunas definitivas contra la pandemia del
covid 19, buenos son los “co-vid” con los amigos de ayer, hoy y
siempre.
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